Desde que se creó la Misión Barrio Adentro III, en 2005, se han aprobado sumas de dinero mil millonarias para la remodelación de hospitales.
Una cifra aproximada apunta a que hasta 2010 el monto total de la inversión para acometer esas obras ha sido superior a los 4,5 billones de bolívares. Sin embargo, la información oficial está incompleta y en algunos casos resulta contradictoria.
Lo que sí queda claro es que, a pesar de las ingentes sumas de dinero y seis años después, buena parte de las obras están inconclusas.
De acuerdo con un informe elaborado por el Ministerio de Salud correspondiente a marzo de 2011, de las 171 obras que debían haber sido ejecutadas a través de un crédito adicional de 2010, sólo se culminaron 80 en todo el país. 89 trabajos quedaron sin ejecutar: 51 de ellos están aún en proceso de construcción y 38 están paralizados.
Además, el documento también revela que hay un proyecto sin contrato y otro que está por ser rescindido.
En porcentajes, resulta desalentador: si bien es cierto que 46,7% de las obras fueron culminadas, 52,04% aún no se han terminado.
De vieja data
La inconsistencia entre la cantidad de dinero aprobado y el poco avance de las obras no es un asunto nuevo. Un análisis hecho por el director del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, Carlos Walter, señala que entre 2006 y 2011 la ejecución física de obras de remodelación hospitalaria fue reducida, al extremo de que en algunos casos sólo alcanzó 7%.
¿Cómo explicar que el dinero se apruebe y que en muchos casos no se evidencien resultados? El texto de Walter expone una hipótesis: en ocasiones los recursos llegaban con retrasos al organismo responsable de su administración, la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario. Esa dilación hacía imposible cancelar los pagos imprescindibles para la culminación de obras.
De hecho, una fuente que prefirió mantener el anonimato indicó que diariamente empresarios y contratistas hacen largas colas en la sede de Fundeeh, para intentar recuperar algo de los recursos que les corresponderían. Explicó que en la primera fase les hicieron avances financieros que permitieron iniciar las obras, pero luego el flujo de dinero se cortó y los trabajos quedaron a medio hacer.
Sin dinero
El retardo en la entrega de los recursos no sólo afectó a los constructores.
También hizo mella en el propio organismo de salud. Entre 2007 y 2009 aparece taxativamente identificado en la Memoria y Cuenta como uno de los principales obstáculos que enfrentaron.
Por ejemplo, en 2007 Fundeeh recibió en diciembre sólo una parte del crédito asignado en agosto por la Asamblea Nacional de 1,35 millardos de bolívares.
El documento da cuenta de esa situación al señalar que hubo 26% de avance financiero para acometer obras de remodelación y acondicionamiento en 62 hospitales.
Sin embargo, el texto también indica que se iniciaron 242 obras en 74 hospitales del país. Cabe entonces la interrogante: ¿cómo es posible que hayan reportado tal progreso, si se hizo la transferencia a finales de año? Hay un traspaso, de origen no especificado, por 120.000 bolívares, que pudo ser el único saldo de Fundeeh para esa fecha.
En 2008 ocurrió algo similar.
Los recursos que debían entregarse a Fundeeh se debitaron de la Tesorería Nacional a mediados de año. Eso "trajo como consecuencia la no cancelación de los compromisos pendientes a las empresas contratistas, así como la discontinuidad en los trabajos de remodelación y ampliación de la red hospitalaria", señala la Memoria y Cuenta de Fundeeh de 2008. La misma explicación se ofrece en el documento del año 2009.
Poca claridad
Walter señala en su texto que, ciertamente, se ha presentado un problema de ineficiencia en la gestión.
Para él, tampoco puede culpabilizarse únicamente a los organismos que deben ejecutar las obras, pues si no reciben los recursos, como indica Fundeeh, no hay posibilidades de terminar los trabajos.
No hay claridad sobre el uso del dinero y muchas veces se presentan inconsistencias entre documentos oficiales, señala Walter. La verdad es desconocida, pues la información está sumergida en aguas oscuras.
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