A las puertas de la morgue del Hospital Militar, mientras espera que le entreguen el cuerpo de su padre, Ángela Brito llora sin esconder la indignación. Junto a su madre, Elena de Brito, espera el resultado de la autopsia, convencida de que no revela nada que ellas no sepan: Franklin Brito murió por el deterioro de su salud tras ocho huelgas de hambre. El informe médico señala que la muerte fue producida por un shock séptico y un paro respiratorio causado por la desnutrición.
"Yo nunca pensé que esto iba a terminar así. Mi miedo era que mi papá quedara mal de salud cuando saliera de todo esto, pero no pensé que iba a morir", confiesa incrédula.
Franklin Brito iba a cumplir 50 años de edad el próximo domingo. Nació y pasó su niñez en Irapa, estado Sucre.
Su hermano, Henry Lárez, recuerda que desde pequeño le gustaba la naturaleza y se la pasaba atrapando pajaritos.
Cuando cumplió 11 años su madre se lo llevó a vivir a Río Caribe, donde terminó su bachillerato. Quiso estudiar biología, y se mudó a Caracas, allí comenzó la carrera en la Universidad Central de Venezuela.
Mientras estudiaba su suegro lo enseñó a cultivar la tierra, y así nació su amor por la agricultura. Aunque obtuvo el título de biólogo, su pasión siempre fueron las tierras, cuenta con nostalgia Lárez, quien tenía 9 meses sin ver a su hermano porque las autoridades del hospital donde estaba recluido en contra de su voluntad, no le permitían el acceso.
Se casó con Elena Rodríguez hace 23 años, y tuvieron cuatro hijos: Ángela, Francia y los morochos Franklin y José Franklin. Los más pequeños de la familia, que ahora tienen 15 años de edad, tampoco podían entrar al hospital. En los últimos 9 meses, sólo les permitieron el acceso el día del padre, esa fue la última vez que lo vieron.
En 1994 pudo comprar un terreno en Guarataro, estado Bolívar, y dedicarse a la producción agropecuaria. Fusionó los conocimientos que había obtenido durante su carrera de biología con los de agronomía.
Durante la espera lenta y pesada, Ángela Brito recuerda que cuando vivían en Bolívar su papá la enseñó a trabajar la agricultura y a manejar el tractor. "Siempre me decía que tenía que estudiar mucho, y que tenía que saber de todo un poco para ser una persona integral", dice.
Nunca perdió la esperanza
Luego de siete años de lucha por obtener la titularidad del terreno, Brito, todavía con la esperanza de que su situación se iba a solucionar, falleció la noche del lunes 30 de agosto.
Sus más cercanos familiares cuentan que era un hombre espiritual y muy religioso.
Ángela Brito dice que su padre siempre confió en que al final todo se iba a resolver, pero estaba seguro de que Dios tendría la última palabra. "Me decía que el Señor era justo y que si vivía, sería su decisión y la aceptaría".
La muestra de que mantenía viva la esperanza eran los sueños que Franklin Brito no abandonó ni siquiera en los últimos momentos. Quería construir una casa en su terreno y volver a su oficio de sembrar, que le gustaba tanto como el pescado, su comida favorita.
"Hijita, espera un día más que Dios es bueno y vamos a salir de esta", le decía.
Hace una semana, la esperanza de Brito se fortaleció cuando recibió la visita del ministro de Agricultura y Tierras, Juan Carlos Loyo.
"¿Cómo me dejaron poner así? Me estoy muriendo", le dijo Brito.
"Te prometo que esto se va a resolver", aseguró el ministro.
Brito confió una vez más, y creyó que el Gobierno esta vez haría justicia. Pero la respuesta tardó mucho en llegar. Para Ángela, Loyo pareció muy sorprendido del estado físico de su papá, pero "su corazón al parecer no se conmovió".
En un comunicado de la Conferencia Episcopal, monseñor Jesús González manifestó que las peticiones de Brito debieron ser escuchadas antes de que falleciera.
"Constantemente me decía que el deber estaba por encima de todo, y que era obligatorio reclamar los derechos para que otra familia venezolana no atravesara por lo que a ellos les estaba sucediendo", recuerda Ángela.
Elena, la esposa, relata que la prioridad de Franklin Brito a la hora de criar a sus hijos "fue enseñarlos a vivir con dignidad". Está convencida de que el mensaje les quedó claro. "Lo perdimos todo, hoy no tenemos nada, pero sabemos que no hace falta dinero, nuestros valores están intactos", expresó la esposa del productor.
Quiso perdonar
El dolor de la madre de Brito, Josefina Rodríguez, comenzó cuando su hijo comenzó la huelga. Preocupada, llegó a reconocer que ya no era sólo su hijo, era de Venezuela.
El hermano, Henry, aunque nunca estuvo de acuerdo con que la lucha pusiera la vida de Brito en peligro, cree que valió la pena su sacrificio: "Porque para él, la dignidad era lo más importante".
Los ideales de Brito no tenían límites y sus convicciones, como lo dejó claro, tampoco.
De joven fue fiel admirador de Fidel Castro, y antes de que le quitaran sus tierras era "chavista radical", cuenta el hermano.
Entre rabia, impotencia y dolor, Ángela no puede olvidar algo que le mencionó su padre cuando estaba muy grave. "Me dijo que perdonara a todas las personas que tuvieron que ver con el caso y no lo solucionaron. Que debía perdonar al director del Hospital Militar, Earle Siso; al ministro Juan Carlos Loyo y al presidente Chávez".
El Nacional
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