La mamá del joven explicó que para ella la violencia no discrimina ni a ricos ni a pobres en el país (Fernando Sànchez)
Jenffer Aquino, de 20 años, llegaba a su casa, en el barrio Palo Alto de Los Teques, la noche del 29 de agosto pasado. Su primo y su hermano le acompañaban y él ya tenía las llaves en la mano cuando unos sujetos los interceptaron. Los tres jóvenes emprendieron la huida, su primo y su hermano lograron tirarse por un barranco y salvar la vida. Jenffer en cambio recibió dos disparos: uno le perforó un pulmón y otro lo alcanzó en el brazo.
La familia del joven lo trasladó de inmediato a la clínica El Paso, donde le prestaron primeros auxilios, luego debieron trasladarlo al Victorino Santaella, pero allí no lo pudieron recibir. La familia siguió el periplo y llegó al Pérez Carreño, en Caracas, donde tampoco lo aceptaron; pasaron al Domingo Luciani de El Llanito, donde no consiguieron respuesta.
Ana Quintero, la mamá del joven, cuenta que se lo llevaron a otra clínica en Los Teques, pero el seguro del papá del joven, José Alexánder Aquino, de 45 años, no funcionó.
Ana Aquino explicó que el seguro médico de la familia fue suspendido inmediatamente después de la muerte de su esposo. José Alexánder Aquino, de 45 años, fue el funcionario de Polichacao herido la madrugada del 5 de julio cuando nueve reos se fugaron de la sede de ese cuerpo policial y lo golpearon. Aquino murió una semana después.
Aquino explicó que al fin recibieron a su hijo en el Periférico de Catia, hasta el pasado jueves cuando falleció por complicaciones a causa de las heridas que tenía. Según explicó, su muchacho estuvo muy bien atendido en el hospital, pero el tiempo que pasó sin atención médica agravó las condiciones, quizás de no haber sido así se podría haber recuperado.
Cuenta Aquino que el día que su muchacho fue atacado pasaron 17 horas en llevarlo de hospital en hospital sin que lo pudieran atender. Dice que cuando al fin llegaron al Periférico la situación se había agravado porque, según los médicos, tenía líquido hasta en el abdomen. Todo ese tiempo el joven estuvo consciente.
Una muerte evitable
La mamá del chico se pregunta cómo es posible que el Victorino Santaella, siendo un hospital con una gran infraestructura, no funcione, pues explica que no hay médicos suficientes y menos aun insumos.
Jenffer era el mayor de tres hermanos. Su mamá explicó que trabajaba como obrero y estaba por comenzar en una obra grande en poco tiempo.
"La violencia en el país es tan grande que en el metro te caen a golpes. Esta no es la Venezuela en la que yo crecí, aquí desde la madre más rica a la más pobre ha tenido que ver morir a su hijo", comentó indignada la mamá del joven.
Ella vio morir a su esposo y su hijo en menos de tres meses, por lo que comentó que espera que se haga justicia.
Para ella, que ha vivido esto, se necesitan planes en los barrios que eviten que los muchachos estén ociosos y con ello que se dediquen al delito.
La familia explicó que, para ellos, los asesinos querían asaltar a los tres jóvenes, pero como trataron de huir, les dispararon.
Dicen que hay mucho miedo en el barrio y aunque de seguro alguien sabe quiénes fueron los responsables, la gente no se siente dispuesta a hablar.
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