FRANCISCO DE MIRANDA.

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domingo, 7 de noviembre de 2010

“Ahora los venezolanos sentimos ira y miedo”.El psiquiatra y comunicador social Roberto de Vries.



Ciudad Bolívar.- Antes de la entrada del grupo de reporteros, una de las coordinadoras solicita: "traten de enfocarse en el tema de la violencia contra la mujer". En el salón donde se desarrolla la conferencia, y rodeado de las asistentes al foro que dicta en Ciudad Bolívar, está el psiquiatra y comunicador Roberto de Vries.

Pese a la solicitud, el personaje que acapara las atenciones pronto comienza a abundar en metáforas que, inevitablemente, conducen a la formulación de preguntas relacionadas con el entorno político venezolano.

"Dígame algunos tips para evitar la violencia entre la pareja", exhorta una joven periodista. De Vries suelta, de forma inmediata, la palabra que conecta la entrevista: poder.

"La violencia es la patología del poder. Toda persona tiene poder, y mientras más sea su poder, mayor será la posibilidad de daño que pueda ejercer a través de sus acciones y a través de sus inacciones, es decir, hay toda una violencia o responsabilidad, y hay otra que se da a través de la mayor fortaleza física del hombre. Hay elementos desde el punto de vista psicológico, emocional y de rol", formula.

De la mano

- ¿Están necesariamente ligados el poder y la violencia?

- Nadie que no sea poderoso no puede hacer violencia. Entonces, la violencia es consecuente del poder que se tenga. Mucho ejercicio del poder se hace, inclusive, por no saber que tengo poder para dañar, y eso siempre hay que tomarlo en cuenta, porque hay mucha gente, que tiene poder, que queriendo hacer una caricia, generan daño, y eso es por el desconocimiento de su fuerza física. Igual pasa desde el punto de vista psicológico, emocional y en muchos otros puntos de vista. Nosotros vemos una relación directa entre el poder y la violencia, y lo novedoso de este enfoque es que está siendo visto desde la dinámica del poder. El poder no es únicamente lo que hace el Estado con el Gobierno, (o) lo que hace el Gobierno con el pueblo, o con los ciudadanos: en toda relación humana, en donde exista más que una persona, hay relaciones de poder, y mientras mejor comprendamos esa situación, más prevención le podemos hacer.

Aquí estamos analizando las agresiones vistas desde la dinámica humana del poder, y desde la psicología por la dignidad, el orgullo y el honor.

- ¿Es el pueblo venezolano, en su conjunto, agredido por un factor de poder?

- Todos, cuando vivimos en sociedad, somos agredidos por las situaciones de poder. En todas partes hay situaciones de agresión y por eso existen los derechos humanos, que están hechos para evaluar, desde esa denominación de pueblo (que es tan genérica y tan falta de identidad), hasta esa calificación de ciudadano, en la cual ya tienes nombre, derechos, deberes, y en el cual debes trabajar para mejorar el ambiente y mejorarte tú mismo.

- Y ese poder, ¿maneja la ira?

- Maneja cuatro emociones de forma perfecta, de acuerdo con valores éticos y morales. Los venezolanos hemos sido un pueblo uniemocional, porque éramos alegres. En estos últimos años nos hemos enriquecido desde el punto de vista emocional, y percibimos que los demás sentimos alegría, ira, tristeza y miedo. Si hay un liderazgo comunicacional, político, comunal o profesional que esté entrenado en educación emocional, ese país que está ahí, será una maravilla y 10 mil veces mejor que el que teníamos antes.

- ¿No cree que esa percepción era errada?

- Era lo que nos daban los resultados con nuestra metodología, que podía tener errores. Era lo que aparecía año tras año, y esa alegría, cuando la desarmamos, tenía tres elementos: placer, dicha y felicidad. Los venezolanos, de acuerdo con esas investigaciones, hemos tenido siempre mucho placer y mucha dicha, pero no somos tan felices. ¿Qué quiere decir eso? Que nos encanta la rumba, los tragos y el sexo, pero no íbamos a ese proceso de felicidad interior, que es mucho más sólido (...) como fenómeno público, ahora los venezolanos sentimos mucha ira, miedo y mucha tristeza, además de la alegría.



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